fbpx

Damos visibilidad a los bebés prematuros

El pasado 17 de noviembre se celebraba el Día Internacional del Prematuro. Como en todas las celebraciones, uno de los objetivos (además de apoyar y acompañar) es dar visibilidad a un problema que, según la Organización Mundial de la Salud, afecta a quince millones de bebés en el mundo y va en aumento.

Si bien es cierto, que en la actualidad los avances médicos permiten salvar la vida de la mayoría de los bebés prematuros, un alto porcentaje de éstos manifiesta secuelas que se hacen evidentes durante la infancia y en muchos casos, son irreversibles.

Para aterrizar en una realidad que va más allá del hecho de nacer antes de tiempo, con peso inferior al debido y sin el desarrollo adecuado, hablamos con una madre que doce años después del nacimiento de su hijo, sigue lidiando con las consecuencias de la prematuridad y que demuestra que “un prematuro no deja de ser prematuro una vez sale del hospital”.

La breve e intensa historia de un prematuro

Hoy, nuestro protagonista tiene doce años, nació con treinta semanas de gestación y 600 gramos de peso y según explica su madre recordando el punto de partida de esta situación “durante las revisiones ginecológicas de la semana 26 ó 27 me dijeron que no estaba creciendo y engordando como debiera, que tenía Crecimiento Intrauterino Retardado (CIR) y que si nuestro hijo tenía alguna posibilidad de salir adelante sería más fuera que dentro. Programaron la cesárea y estuvo tres meses y medio en el hospital dentro de la incubadora y con oxígeno”.

Durante los meses en el hospital destaca una excelente atención, pero admite que la forma de atender a los prematuros y a las familias ha cambiado “ahora puedes visitar al bebé casi a cualquier hora, permiten el piel con piel, tienen banco de leche materna… A nuestro hijo la leche se la daban por sonda y estuvo tomándola así hasta quince días antes de salir del hospital; cogió hasta a 2,100 kilos”.

Respecto a cómo lo vivieron los padres “Era como una carrera de obstáculos, un paso para adelante y dos para atrás. A nivel emocional, un palo, tres meses esperando a que saliera del hospital… lo peor es la incertidumbre y superar el día a día en esos momentos era todo un triunfo, porque día a día salía adelante”.

Y en casa… ¿cómo lo hacemos?

Una vez salieron del hospital, ya se dieron cuenta de que el problema no había terminado “lo llevamos a casa con oxígeno domiciliario, estuvo con él durante un año hasta que pudo respirar por sí solo, pero tuvo hasta seis recaídas en un año por los pulmones”.

Por fin pensaron que habían salido adelante (que en cierto modo, lo habían hecho) y que la situación se había normalizado, pero en los primeros años y de forma más evidente, durante la etapa de escolarización del niño, se dieron cuenta de que la prematuridad tiene más consecuencias de las que parece “le han quedado secuelas, una discapacidad moderada y retraso grave del lenguaje y desde el momento que lo detectaron ha estado con terapia y estimulación”.

Su madre destaca la importancia del tratamiento precoz  “El trabajar desde el principio ha ayudado a su evolución, comenzamos con el lenguaje de signos y pictogramas y a los nueve años comenzó a hablar; en estos momentos puedes mantener conversaciones básicas con él y tiene bastante autonomía, pero necesita apoyo en varias áreas y va a un colegio de educación especial” y en cuanto a su visión de futuro “no podemos parar, en estos momentos no para de evolucionar y nuestro objetivo es que logre la completa autonomía”.

Más información sobre prematuridad

Es importante dar a conocer casos como éste, en el que se dé a conocer una parte importante de la prematuridad y la importancia de su posterior seguimiento. Según explican desde la Organización Mundial de la Salud ha quedado demostrado a partir de diversas investigaciones que el 40% de los bebés prematuros nacidos antes de las 32 semanas de gestación, tendrán algún tipo de secuela cognitiva y que el 5% de estos niños tendrán discapacidades graves, el 9% tendrá una discapacidad moderadamientras que el 25% restante tendrán problemas leves, pero que pueden dificultar los procesos de aprendizaje.

Por lo tanto, cuanto más prematuro sea el bebé, mayores serán las dificultades en su desarrollo cognitivo; es importante destacar que las más graves sí que se hacen evidentes durante el primer año de vida, sin embargo, las menos graves son las que pasan desapercibidas hasta el comienzo de la etapa escolar.  Por lo tanto, un seguimiento y atención tempranas ayudarán de forma notable en el desarrollo de un niño con secuelas por prematuridad.